miércoles, 11 de junio de 2014

Experiencias Vividas ( Primera parte de varias)



Expatriada








Todo, comenzaría en la panadería. Mis peques y yo esperábamos nuestro turno, detrás de la fila larga de gente, acoplada a la vitrina que exhibía los delicioso "pastelitos", esos vestidos para todos los gustos que destacan tanto, la pastelería francesa y que poseen el encanto necesario para dejar soñando, a cualquier estómago. 
Fue un poco antes de nuestro pedido que la conversación de la panadera y una cliente asiática, llamaría mi atención:

Cliente: Quisiera un "Everest", por favor.
Empleada: Un....qué?
Cliente: Un e v e r e s t !  
Empleada: Ahhhh usted quiere un Everest y NO un Everest!

Ahora bien, te preguntarás, dónde está la diferencia en lo que has leído, pues déjame decirte que estas en lo cierto...Ninguna!

Mientras la empleada que en frente mío y en en primera plana, le daba un giro de 360 (grados) a la mirada, como agotada del sobre esfuerzo innecesario por entender lo que estaba claro...Porque el mundo y yo habíamos entendido que lo que la dama pedía era un pastel con el mismo nombre pero que evidentemente, no se trataba de la muy conocida montaña pero quedaría aun más claro, que entre la adaptación y el aprendizaje de cada día, la valiosa seguridad en uno mismo, es lo primero que se puede perder, durante la vida lejos de casa, gracias a la gente que apunta con el dedo para hacer notar la diferencia, incluso cuando no hace falta. 



Recuerdo la vez, que mi suegra me obligara medio en broma, a pedir un "chausson aux pomme" con todos los artilugios de cortesía y la vergüenza que dejara la mala pronunciación, juntos con el mal sabor de boca. 
Así, revivió "la case depart*" de mis años en pleno aprendizaje "eterno".
Todavía recuerdo el "allez, ma chérie*" , tu puedes! Como cuando se le habla a un pequeño. Cierto, debía aprender todo de cero pero esa etapa, creía haberla superado en el jardín de infantes, cuando uno aprende poco a poco a expresarse.