Mostrando entradas con la etiqueta expatriación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta expatriación. Mostrar todas las entradas

viernes, 12 de noviembre de 2021

Del amor al odio y viceversa.








Siiiiii lo sé, el título puede leerse demasiado extremista y sin embargo, no encuentro otra manera de expresar los sentimientos encontrados que cohabitan dentro de esa sensación que se crea en la expatriación.

Hace más diez años que un avión me trajo aquí con valija y vida para comenzar lo que ya he contado otras veces.

Los días rosas duran lo que duran las vacaciones y cuando la mente, capta el cambio la verdad se tiñe poco a poco con el color parecido a la realidad.

Porque...



Amé...
Los dos primeros meses que vivi como turista, de largas caminatas por esas pequeñas calles, capaces de perderse en los recovecos de una arquitectura exquisita. Paris no puede ser menos que preciosa, hasta su nombre corto inspira un sin fin de maravillas para visitar, para recorrer, para embeberse de la cultura de los libros y de la gente.


Odié...
El zumbido de mi cabeza que comenzaba a llenarse de toda esa información, incomprendida en otra lengua. La impotencia de querer entender y a la vez no entender nada, jugaban una carrera infinita donde ninguna, quería ganar.


Amé...
El encontrarme con una cocina divina...y la pastelería tratada como un arte.


Odié...
Tener que aprender de memoria, la oración..."Bonjour*, s'il vous plait*et merci*- bon soirée*para comprar una baguette*.


Amé...
El sol de verano que amanecía temprano y daba su último suspiro a las 23h.



Odié...
Saber que en invierno, el sol venía  poco o casi nada que provocaba deficit de la vitamina D y que a las 17h ya era de noche.


Amé...
Las reuniones familiares donde mi familia política hablaba español y todo parecía tan fácil.


Odié...
Cuando se olvidaban de mi presencia, sintiendo la exclusión inintencionada, volviendo al desamor provocada por la barrera de la lengua.


Amé...
Las rebajas desconocidas, repletas de bonnes affaires*.


miércoles, 11 de junio de 2014

Experiencias Vividas ( Primera parte de varias)



Expatriada








Todo, comenzaría en la panadería. Mis peques y yo esperábamos nuestro turno, detrás de la fila larga de gente, acoplada a la vitrina que exhibía los delicioso "pastelitos", esos vestidos para todos los gustos que destacan tanto, la pastelería francesa y que poseen el encanto necesario para dejar soñando, a cualquier estómago. 
Fue un poco antes de nuestro pedido que la conversación de la panadera y una cliente asiática, llamaría mi atención:

Cliente: Quisiera un "Everest", por favor.
Empleada: Un....qué?
Cliente: Un e v e r e s t !  
Empleada: Ahhhh usted quiere un Everest y NO un Everest!

Ahora bien, te preguntarás, dónde está la diferencia en lo que has leído, pues déjame decirte que estas en lo cierto...Ninguna!

Mientras la empleada que en frente mío y en en primera plana, le daba un giro de 360 (grados) a la mirada, como agotada del sobre esfuerzo innecesario por entender lo que estaba claro...Porque el mundo y yo habíamos entendido que lo que la dama pedía era un pastel con el mismo nombre pero que evidentemente, no se trataba de la muy conocida montaña pero quedaría aun más claro, que entre la adaptación y el aprendizaje de cada día, la valiosa seguridad en uno mismo, es lo primero que se puede perder, durante la vida lejos de casa, gracias a la gente que apunta con el dedo para hacer notar la diferencia, incluso cuando no hace falta. 



Recuerdo la vez, que mi suegra me obligara medio en broma, a pedir un "chausson aux pomme" con todos los artilugios de cortesía y la vergüenza que dejara la mala pronunciación, juntos con el mal sabor de boca. 
Así, revivió "la case depart*" de mis años en pleno aprendizaje "eterno".
Todavía recuerdo el "allez, ma chérie*" , tu puedes! Como cuando se le habla a un pequeño. Cierto, debía aprender todo de cero pero esa etapa, creía haberla superado en el jardín de infantes, cuando uno aprende poco a poco a expresarse.