lunes, 16 de septiembre de 2024

El secreto del tiempo.







En un lugar llamado Annhas, vivía Carl, su esposa Amelia y la pequeña hija de ambos, Iris que con 4 meses dejaba asomar el color anaranjado de los rizos que más tarde, crecerían como cabello. Su boca que aún no asomaba dientes, sonreía cada vez que veía a su padre y la mirada que iluminaba sus ojos azules, encandilaban a su madre en un acorde perfecto de ese afecto inexplicable que sólo une antes de nacer.

Juntos, eran una familia feliz o como cualquier otra con altos y bajos con momentos más que otros dentro de una vida que habían elegido, calma y tranquila sin ostentos vivida sólo de a tres.

Una vida rutinaria que comenzaría a delatar cambios después de 5 años, junto a la primera promoción que obtuviera Carls en la empresa de antigüedades para la que trabajaba desde hacía ya una década. 

Luego de haber vivido detrás de papeles su ámbito profesional tomaría otro rumbo y ahora como comercial, los viajes le darían una impresión de libertad que nunca había conocido.

Los 2 años que siguieron a su nuevo puesto pasarían como un soplido y entre noches fuera además del cansancio al llegar a casa, la vida pasaría a su lado casi sin darse cuenta.

Raras eran las veces que encontraba a Amelia despierta. Junto al sueño que no cabía en sus ojos y un beso de "buenas noches" no lo pensaba pero sabía que era lo único que sentía era compartir con ella.


La vida de pareja era inexistente y aunque Amelia lo intentara, las noches que tanto pasaba en vela recordando las épocas, donde proyectaban la vida de a dos dentro de un sueño que ahora tenía un nombre, perdía su brillo opacando cada amanecer dejándola todavía más cansada y más sola.

Cada momento, cada situación seguiría su curso normal, hasta que un 10 de febrero de 1997 Carl que se encontraba a 1500km de casa se dirigía a una cita con un cliente cuando de pronto  sintió un frío que le congelaría el alma. Extrañado pensó haber olvidado algo y retornó al hotel. La habitación era pequeña, insulsa y las pocas cosas que traía en cada viaje eran tan pocas que dejaban poco lugar al olvido. 

Marcó el piso con 120 pasos imaginarios, y tomando la billetera que llevaba cerca del pecho dentro su abrigo, corroboró que sus tarjetas y documento estuvieran bien ahí. De pronto, su mirada se posó en la foto de Amelia e Iris que siempre llebaba consigo y gritó:

-¡IRIS ! Hija mía, he olvidado tu cumpleaños.







Sin dudarlo, tomó su teléfono e intentó llamar a Amelia pero el contestador le recordaría que a esa hora la niña se encontraba en la escuela.


La culpabilidad y esa sensación de encontrarse en un desierto terminarín por ofrecerle la úlima gota al vaso, dánsose cuenta que se alejaba a pasos agigantados de la felicidad simple y de todo lo que estaba perdiendo o que había ganado.


Esa tarde caminó y caminó hasta sentarse en en banco vacío, abatido, se sentía solo. De pronto un hombre alto, abrigado de pies a cabeza se acercó, se sentó a su lado y dijo:

-¿Necesita ayuda?   

A lo que Carl contestó

-¿Ayuda? No se
ñor, lo que necesito es un milagro. Estoy perdiendo lo más valioso que tengo...mi familia ya no sé como controlar el tiempo.

El hombre que seguía sentado en silencio, esperó que se calmara y le dijo:

-Mire, en la vida los errores sirven para remediar situaciones, viven en el pasado pero reparan el presente y lo que nos espera en el futuro.

-Pero¿Cómo?- suplicó Carl

-Le voy a contar algo: Una vez alguien me dio un objeto y desde entonces siempre lo llevo conmigo puede que a usted le sea de utilidad como lo ha sido para mi.


Al abrir la mano y desde lo que apenas alumbraba la noche, dejó entrever un reloj de arena y sin dudarlo se lo entregó a Carl, diciéndole:

-Cada vez que usted se encuentre en una situación "sin salida", horarios complicados, clientes difíciles, malos días, resultados no esperados, cuando llegue a su casa coloque el objeto en la misma habitación donde se encuentre con su esposa o su hija o con ambas y comparta un momento especial hasta que el último grano de arena caiga sobre el resto.

Y se fue...


Al día siguiente, Carl llegó a su casa sacó el reloj de su abrigo y mientras veía caer la arena dentro del reloj, pensó que hacer. Recordó el plato preferido de Amelia y antes de que ambas llegaran preparó la mesa, viendo que todavía quedaba algo de arena en el reloj, se duchó,se perfumó y preparó el regalo que había comprado para Iris.

Todo estaba listo y cuando las dos abrieron la puerta, Carl pudo reencontrarse con el brillo en los ojos de Amelia y en el abrazo de su hija, donde sintió revivir.

Ambas se miraron junto la incomprensión del momento pero no intentaron buscar respuestas, sólo querían vivirlo.


Los primeros meses Carl nunca se separó de aquel objeto, y en cada momento en el que las obligaciones intentaban hacerle frente. Posaba el reloj de arena y se reía de las historias que le contaba Iris. Muchas veces apagaba su télefono y conversaba con Amelia de proyectos futuros o de las próximas vacaciones.

Hasta que un día, lleno de polvo, Carl encontró el reloj de arena sobre un mueble. En medio de suspiros pensó, que había encontrado el equilibrio que tanto había anhelado y ya no necesitaba imponer esos instantes porque naturalmente se habían acoplado a su vida.

Entonces, pensó en ese hombre vestido de pies a cabeza, quién sin exagerar, le había salvado la vida y que esperaba volver a encontrar.


7 meses después del primer encuentro, Carl volvería a ese parque y a las 18h esperaría sentado e impaciente a aquel hombre.


Pensó que sería imposible...


Hasta que a el reloj marcara la misma hora y en punto un señor bien vestido se sentó a su lado, al mirarlo no pudo creer que fuera la misma persona y dijo:


-Si no fuera por usted lo hubiera perdido todo, hasta mi propia vida. Gracias a usted y a este maravilloso objeto, he podido recuperar a mi familia pero sobretodo he recuperado mi propia persona 

Tomando el reloj, Carl intentó devolverle el obejto pero el hombre negándose le dijo:

-Le pido que lo conserve y que lo lleve siempre con usted porque quizás un día, encuentre como yo, alguien que desconozca el secreto del tiempo. Porque no se trata de que el tiempo lo domine a usted sino que usted, domine al tiempo y que pesar de las responsabilidades siempre encuentre en un grano de felicidad, aunque al principio sólo se trate de un segundo.




* Esta, es una historia inventada, por eso no encontrarás
Annhas en ningún mapa pero EL TIEMPO si, es la historia real de TODOS.




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