viernes, 12 de marzo de 2021

Música en francés: Todavía creo.










Lara Fabien, es un artista con todas las letras. Nacida en Bélgica y con parte de su infancia en Canadá,  posee, ambas nacionalidades. El tema que comparto y traduzco, es de 2001 "J'y crois encore" del Álbum, Nue=Desnuda.

Su lista de éxitos es larguísima. Así que si te gusta algún tema y quieres que sea traducido, no dudes en hacérmelo saber, como cualquier otra canción que te guste en francés y no encuentres en la net.

Que la disfruten!
Y espero, que reciban el mensaje de palabras tan ciertas en estos tiempos que corren y en los que corrieron alguna vez. ;-)
Quizás, debamos vivir más con alma de niño, sin miedo a nada y creer, siempre creer.







Aquí nada dice nada, nada de mueve
Vivos pero como en una pantalla en pausa
Aislado, derrotado seguro alienados
Ni un solo latido
Yo quisiera que me lleven de aquí
No reconozco a la gente
Sola en el fondo de mi odio
La pena, mi último amante.

Tendría yo que levantarme
Respirar y caminar hacia adelante
Reconstruir la lucha enterrada
Por mi arena movediza.
Y recordar a aquella
Que ya no existe verdaderamente
Volver a ser la rebelde
Y la bestia derrotada por la infancia.

Yo creo todavía...
Estamos vivos.
Siempre y cuando seamos fuertes.
Tendremos Fé siempre que durmamos 
Con la bronca en el vientre.

Yo creo todavía
Como nunca, hasta la muerte.

El silencio se ha equivocado
Yo creo todavía.

Y que el espacio donde morimos
Se convierte en algo mas
Cuando el cielo descubra en mi
El alma y el sentir de un gigante.

Volviendo atrás sin un gesto
Dejar el pasado de verdad
Escupir aquello que lastima
Hacer del futuro mi presente.

Yo creo todavía,
Estamos vivos
Siempre y cuando seamos fuertes.

Tendremos Fé siempre que durmamos
Con la bronca en el vientre.

Yo creo todavía
Como nunca, hasta la muerte.

El silencio se ha equivocado
Yo creo todavía.

Yo creo todavía
Como nunca y mucho más fuerte.

El silencio ha estado equivocado
Yo creo todavía.



jueves, 25 de febrero de 2021

Una princesa, llamada Mamá.









Había una vez, una ciudad que existía en los cuentos tanto como en la vida real. Un lugar, donde el romanticismo era capaz de pegarse a la piel, de todo aquel que se dejara llevar por el encanto de su hermosura de varios siglos, todo el mundo la llamaba París y en ella, vivía una mujer que cada mañana se levantada con los minutos puestos, lista y preparada para afrontar lo que el día le pedía por encargo. Entre citas precisas marcadas de antemano y otras que sumadas a la espontaneidad, dejaban un poco de lado la rutina pero jamás, un día vacío.



Su vida estaba llena de horarios, lo sabía! y aunque la mirada, al ritmo del tic tac de un reloj marcaba el miedo de perder de vista algún que otro segundo. Con llegada de sus peques, el despertador se había trasformado en un completo extraño permitiendo el olvido y el tiempo en un cajón.

La luz del amanecer y el canto de uno de los peques anunciando la mañana, no le daban tregua a esas ganas de estirar un poco más ese rato pegajoso que invita a dejarnos perdidos, entre dos almohadas.


 Noooo!!! El punto de partida estaba dado y no terminaría hasta que el sol, apagara su luz. 

Era una madre de 24 horas como lo son, todas las mamás pero ella había elegido, el paréntesis de la vida profesional fuera de casa pero dentro de su hogar, había optado por uno de los trabajos más difíciles, el de educar. Y, si bien había días cargados de risas, había otras, donde se sumaban los berrinches, la ropa acumulada, las peleas con la plancha, el ruido de la aspiradora, las broncas con Kenzo ( el gato) y su maullidos a la hora de la siesta.

Todo, hacia parte de la vida que había elegido, donde la rapidez con que el tiempo corría como un loco, no la dejaban optar por sentarse en compañía de un pensamiento bonito.

Pero hubo un día, luego de una mañana ajetreada, ella que aun vestía una bata con su pelo recogido a medias y sin maquillaje, se disponía a tomar una ducha.

 Su hijo mayor de tres años revoloteaba a su lado y antes de dejar correr el agua, se quitó la bata que cubría su camisón de algodón blanco y mientras la colgaba detrás de la puerta, su pequeño mirándola le dijo en francés," maman tu es une princesse". En ese instante, pensando que había escuchado mal o que probablemente había escuchado bien, su mamá, le pidió que repitiera lo que había dicho, a lo que el pequeño contestó, "Tú eres una princesa".

Con los ojos que encandilados de amor, su madre se dio vuelta y frente al espejo, se imaginó con un gran vestido en seda blanca que afinaría la cintura y que como en esos vestidos de época, terminarían por cubrir los pies que esconderían el brillo de unos zapatos dorados. 

Su cabello, envuelto en un chignon perfecto, sería decorado por todo lo que destaca a una princesa, una preciosa diadema que decorada con pequeñas piedras de color rosa y con un fino maquillaje en tonos claros, completaría la imaginación que solo la inocencia otorga y que sólo pertenece a ese mundo que crean los niños y que nos regalan de vez en cuando, el privilegio de existir en él.


El sueño que solo duro un instante, la devolvió a la vida real y en ella se vió como se veía antes pero diferente. 

Y se dió cuenta de dos cosas...

Que en la vida de los hijos, la belleza exterior existe pero la más importante, es aquella que solo ellos pueden ver en una mamá...."La belleza interior" 

confirmo, oui*, el príncipe azul existe y vive en la mirada de los hijos pero si no le prestamos atención...Pasa desapercibido.


*Si.


Pd: Inspirada de un hecho real.... Mi hijo).

Música en francés: Nuestras manos.


Jueves!!! Y vuelvo con "Generation Goldman"... una canción con mucha poesía y realidad. Interpretada por un grupo de jóvenes artistas franceses.



















  Los dedos anudan un arma
 Para agredir se cierran los puños
 Pero las palmas son para amar
 No existen caricias cerrando las manos.

 Manos unidas por una plegaria
 Abiertas para aclamar
 Con un puño para quitar algo
 Nada ofrecemos con plegando los dedos.
    
 Cuando abrimos las manos
  No nos cuesta nada
  Ni uno ni dos segundos
  Apenas en un gesto, otro mundo
  Cuando abrimos las manos...

  Simple y fácil
  De venas y 10 metacarpianos   
  De huesos o tendones
  Tú sueltas o tú retienes.

  Y las uñas hechas para rasguñar
  Crecen del lado contrario
  Aquel que amenaza o señala 
  Libra su vida entre líneas 


  Cuando abrimos las manos
  No nos cuesta nada
  Ni uno ni dos segundos
  Apenas en un gesto, otro mundo.

  Cuando abrimos las manos...
  Un simple gesto del ser humano
  Cuando se cierran nuestros puños
  Cuando se separan esos huesos
  Sin desconfianza, un arma a cambio
  y se transforman campos de batalla en jardines.

  El coraje, signo indio
  Un regalo de invierno, una mañana
  Un instante de inocencia 
  Un gesto de reconocimiento 
  Cuando abrimos como un cofre....
  Cuando abrimos nuestras manos.