Estábamos mi pequeña y yo doblando la ropa que tanto a ella como a su hermano mayor, ya no le quedaban.
Junto a las cajas, había una bolsa ENORME con zapatos.
Ella creyó que yo no la veía pero siempre la miro, aún cuando no me ve y duerme.
Mientras yo plegaba un pantalón y un abrigo, Hélène se probaba cada uno de esos zapatos, sin entender por qué sus pies ya no entraban del todo.
Mientras, la pila se acumulaba...
Sus manos, encontraron un par de zapatos que fueron dos meses su favoritos. Rojos, repletos de motitas negras con una hebilla, esa que tanto le costó aprender a "abrochar".
Sus manos, encontraron un par de zapatos que fueron dos meses su favoritos. Rojos, repletos de motitas negras con una hebilla, esa que tanto le costó aprender a "abrochar".
Y yo todavía la veía orgullosa, caminando escuchando el ruido de sus taquitos.
Yo sabía porque estaban ahí pero Hélène no.
Extrañada, viendo que sus esfuerzos eran en vano, mirandome me dijo:
-Mamá, estos zapatos me los podré poner cuando sea pequeña?
Fue un poco antes o un poco después que sentí como el corazón se me arrugaba (me suele pasar)
Entonces me senté a su lado, tomamos los zapatos rojos, los pusimos en una cajita y mirándola como si quisiera que ese momento durara eternamente, aunque sólo duró un minuto le dije.
-Si.
Dudé pero la verdad no se la dije.
Estoy segura que un día sabrá que crecemos hasta envejecer como también sabrá que la inocencia, sólo vive en la niñez .
Pd: El día que me leas, también sabrás que aún conservo estos zapatos. (A ma fille avec amour*)
(En esta sección encontrarás, pequeñas vivencias, esas cositas que guardaré a nunca jamás-
Gracias por leerlas ;-)
*A mi hija con amor.