Su mirada vestía destellos
Con matices color cielo
No le temía a una vida,
Que conservada un puñado
De sus propios secretos.
Caminaba con pasitos de algodón
Y lloró varias veces el silencio
Aunque sabía que para todo
El tiempo es el mejor remedio
Dejó que sus gritos internos
Mataran poco a poco rencores
Que habían cubierto el alma
Con cenizas de un polvo negro
Y un día, ese día
Eligió un camino
Al que prefirió llamar destino
Sin cuestionar la historia
Que había dejado desnudo
Los sonidos en su boca
Susurraba la vida melodías
A un corazón sabor caramelo
Donde nunca supo el significado
De lo que para otros
Era amar menos...
Jamás ocultó cariños
Bajo la sombra de su voz
Y creyendo en ella misma
Le enseñó al mundo entero
Que con tres de sus dedos
De una mano
También podía decir...Te Quiero.
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