jueves, 2 de julio de 2015

Raíces.





En la vida, un amor, 
Nos impone un desafío
Queriendo y poco a poco 
Vamos tejiendo aquello,
Que llamamos destino.

El refugio de la juventud,
Nos deshoja en el olvido
Y las preguntas que dormían 
Se despiertan con los hijos.

Ensalada de palabras,
Vuelven dos idiomas enemigos
Frases que se inventan solas
Y un acento que finge,  
La R de un argentino.



Dos culturas y una madre
Luchan por conservar,
Lo que también, 
Siento mío.
Motivados por un camino
Que hasta de lejos se veía vacío
Transitados paralelos, 
Van cediendo a mi objetivo.


Ser una madre expatriada, es querer y desear impartir, nuestra propia cultura. 
Parece fácil pero en un lugar donde todo o casi es diferente, se vuelve un fino trabajo, donde se necesita paciencia, donde la tarea de trasmitir lo que somos y de donde venimos a nuestros hijos. Se intenta inculcar desde la cuna aunque lleve tiempo, aunque sienta que avanzamos a paso de hormiga pero con el orgullo de saber que lo que comenzó con algunos tropezones, hoy, se ha vuelto, cotidianamente natural.

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