martes, 17 de diciembre de 2024

La inocencia.





Nena





Estábamos mi pequeña y yo doblando la ropa que, tanto a ella como a su hermano mayor, ya no les quedaba.

Junto a las cajas, había una bolsa enorme llena de zapatos.

Ella creyó que yo no la veía, pero siempre la miro, incluso cuando no lo nota... incluso cuando duerme.

Mientras yo plegaba un pantalón y un abrigo, Hélène se probaba cada uno de esos zapatos, sin entender por qué sus pies ya no entraban del todo.

Mientras tanto, la pila de ropa se acumulaba...

De repente, sus manos encontraron un par de zapatos que habían sido sus favoritos durante dos meses. Rojos, repletos de motitas negras y con una hebilla; esa misma hebilla que tanto le costó aprender a abrochar.

Todavía puedo verla, orgullosa, caminando con ellos, disfrutando del sonido de sus pequeños tacones.

Yo sabía por qué esos zapatos estaban ahí, pero Hélène no.

Extrañada, viendo que sus esfuerzos eran en vano, me miró y me preguntó:

—Mamá, ¿estos zapatos me los podré poner cuando sea pequeña?

Fue un poco antes o un poco después cuando sentí cómo el corazón se me arrugaba. (Me suele pasar).

Entonces me senté a su lado, tomé los zapatitos rojos y los puse en una cajita. La miré, intentando que ese instante durara para siempre, aunque solo duró un minuto, y le respondí:

—Sí.

Dudé, pero no le dije la verdad.

Estoy segura de que un día entenderá que crecemos hasta envejecer, como también sabrá que la inocencia solo vive en la niñez.

P.D. El día que me leas, también sabrás que aún conservo estos zapatos.

A ma fille, avec amour*.

(En esta sección encontrarás pequeñas vivencias, esas cositas que guardaré para nunca jamás.
Gracias por leerlas. 😊)

     *A mi hija con amor!









FRASES (Para compartir)


 

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Navidad

 

viernes, 6 de diciembre de 2024

El renacer de una mariposa.






Las manos húmedas
Aprietan con fuerza
                                          Los sentimientos rotos                                          
Y en mil pesados,
Impidiendo que la soledad
De una noche y de varias
Se lleven lejos las penas
Y la angustia
De un pasado de a dos
Que prometía un futuro
Dentro de un presente
Que sin pudores
  Fingía verdades.
Plasmando el dolor
En los recovecos imposibles
Donde más llega el amor
Y donde pocos llegan.
Donde sus destellos
Todavía vivos,
Aún arden en cenizas.
Palabras amargas,
Ausentes de caricias
Rebotan entre cuatro paredes
Solas junto a ella
Se alimentan de un silencio sordo
Que no pide compañía
Dejándola abatida
Tras una dura lucha
Entre amor y odio.
Mirando el techo
Despojada de lágrimas secas
Que van dibujando el relieve
Y el contorno de sus mejillas
Dejando un rostro rígido sin sonrisas
Y la matan por dentro
O eso cree...

Mientras de un corazón
Desteñido de tristeza
Que hasta se escucha,
Latir sin brillo,
Nace la fuerza 
Que emana de sus gritos
Y su interior se tapiza
Poco a poco
Con el susurro 
De tiernos sentimientos
De la esperanza
De la gente que sueña en ella
Muchos y bellos deseos
Y del afecto que corriendo
La ven por un camino ,
Vestida con alas
Tal como una mariposa
Perdiéndola en la frescura
De uno de sus tantos vuelos
Donde sólo existe un único destino
Donde la vida se abraza de alegría
Sin jamás volver atrás,
Donde la felicidad se escribe día a día
Nunca sola y siempre a su lado.

"Revive mariposa, el desamor sólo te hará más fuerte".




lunes, 2 de diciembre de 2024

Las seis monedas.

Monedas




El reloj marcaba las 20:42 cuando Evans, con el peso del silencio y la sombra del tiempo a su alrededor, miró una vez más aquellas agujas que parecían detenerse junto al latido de su padre. Pero todavía, escuchaba el tic tac que no daba tregua al tiempo y que marcaba el final de una vieja historia que sin pudor lo confrontaba al dolor de la perdida, sintiendo que moriría a su lado y tropezando en medio de palabras que no encontraban la salida fuera de su boca, tomó la mano de su padre, hasta sentir que la fuerza perdiera la batalla y con un suspiro lo dejara ir.

Los años fueron pasando y cuando la herida de la falta, lloraba menos las lágrimas, un llamado de su madre le pidió venir. En una habitación que ahora olía el vació, sus manos apretaban una caja mediana que cuando Evans abrió, descubrió en ella el brillo de seis monedas junto a cuatro palabras escritas en papel que decían: "Para mi hijo adorado".

Era joven, demasiado quizás para entender por qué su padre le dejaría en herencia, algo tan valioso como el oro. Sin dudarlo prefirió guardar el secreto y colocó la caja en el fondo del hueco de un árbol donde su padre solía contarle historias, ese había sido su refugio común durante los últimos 15 años. El árbol era grande, tenía años, y se veía como si sus ramas no encontraran un lugar que ocupar.

El tiempo iba dejando el duelo detrás y luego de haber terminado sus estudios, un "buen negocio" le permitiría instalarse cómodamente. Ya no estaba solo, ahora compartía su vida con Helena quien le daría un hijo, el próximo verano.

Ya hacían cuatro años que vivían felices pero la ambición propia y de un mal llamado amigo lo obligarían a invertir en acciones que sin tardar caerían a pico, terminando por arruinar el presente económico que ya con una familia se habían prometido.

Sin sorpresas, el dinero comenzó a llamarse "escaso" y las deudas se acumulaban, una detrás de otra.

Por primera vez, Evans se sintió aturdido, no le había ocurrido desde la muerte de su padre y fue en ese preciso instante que pensó, en el legado que dormía hace años en aquel árbol y en silencio se dijo:

-¿Si fuera esa la solución?-