jueves, 7 de noviembre de 2024

Creo





Creo en el "ser" que intenta ser mejor cada día... 
Creo en el instinto maternal después del primer hijo, 
Creo en el aprendizaje eterno de los errores,
Creo en el amor y en su poder para sanar el alma, 
Creo en los sueños imposibles...
Que se cumplen cuando se piensan en voz alta, 
Creo en las luchas del sacrificio que logran dar un sentido a la existencia, 
Creo en la vida eterna de aquellos que moran en las nubes,
Creo en la felicidad irremplazable en la sonrisa de los hijos, 
Creo en la confianza que otorgan los buenos amigos, 
Como en la privilegio de esa amistad que nunca muere, 
Creo en esos sentimientos absurdos que nunca ganan las batallas,
Creo en la sinceridad que se muestra cara a cara, 
Creo en el amanecer que renace a un corazón herido. 
Creo en las palabras que salvan...
Como creo en aquellas que matan
Creo en el perdón y en su poder para enmendar las faltas,
Creo en el dolor que revive la fortaleza olvidada,
Creo en la sensibilidad de la música para inspirar una mañana
Creo en las plegarias desesperadas que buscan refugiarse en el cielo,
Creo en esos milagros de los que ya nadie espera nada, 
Creo en los abrazos que envuelven de cariño ahogando las penas del pasado,
Creo en las palabras que todo lo dicen con caricias, 
Creo en el adiós como un hasta luego, 
Creo en la familia como uno de los grandes logros de mi vida, 
Creo en TI para lograr todo aquello que te propongas, 
Creo en mi,
Porque también crees en MI.

jueves, 10 de octubre de 2024

Amor Eterno.







Escuchaba el ruido 
En un silencio sosegado 
De una mañana cualquiera.
Vistiendo las ventanas
Con gotitas de rocío 
Mojando de añoranzas 
Viejas nostalgias...
Descubriendo...
Abrazada a las hojas 
De lo que parecía 
Pero no era un libro
Enternecida...
En la pasión que contaban 
Sus varias historias 
Leyendo sin mirar 
Las palabras que escondían
Secretos de un corazón sincero
En el sentir de sus bellas palabras, 
Proclamando a cuatro vientos
  Ser dueño de su alma
     Y cuerpo.

Junto a él caminaba
El sendero de un paisaje,
Pintado de felicidad y de alegría...
En un mundo paralelo e irreal 
Que no aceptaba mentiras.
Refugiando sentimientos,
De mil noches sin días 
Intrigaba un presente
Con miradas perdidas,
Esperando en su cielo
Su amor jamás moriría.










lunes, 16 de septiembre de 2024

El secreto del tiempo.







En un lugar llamado Annhas, vivía Carl, su esposa Amelia y la pequeña hija de ambos, Iris que con 4 meses dejaba asomar el color anaranjado de los rizos que más tarde, crecerían como cabello. Su boca que aún no asomaba dientes, sonreía cada vez que veía a su padre y la mirada que iluminaba sus ojos azules, encandilaban a su madre en un acorde perfecto de ese afecto inexplicable que sólo une antes de nacer.

Juntos, eran una familia feliz o como cualquier otra con altos y bajos con momentos más que otros dentro de una vida que habían elegido, calma y tranquila sin ostentos vivida sólo de a tres.

Una vida rutinaria que comenzaría a delatar cambios después de 5 años, junto a la primera promoción que obtuviera Carls en la empresa de antigüedades para la que trabajaba desde hacía ya una década. 

Luego de haber vivido detrás de papeles su ámbito profesional tomaría otro rumbo y ahora como comercial, los viajes le darían una impresión de libertad que nunca había conocido.

Los 2 años que siguieron a su nuevo puesto pasarían como un soplido y entre noches fuera además del cansancio al llegar a casa, la vida pasaría a su lado casi sin darse cuenta.

Raras eran las veces que encontraba a Amelia despierta. Junto al sueño que no cabía en sus ojos y un beso de "buenas noches" no lo pensaba pero sabía que era lo único que sentía era compartir con ella.


La vida de pareja era inexistente y aunque Amelia lo intentara, las noches que tanto pasaba en vela recordando las épocas, donde proyectaban la vida de a dos dentro de un sueño que ahora tenía un nombre, perdía su brillo opacando cada amanecer dejándola todavía más cansada y más sola.

Cada momento, cada situación seguiría su curso normal, hasta que un 10 de febrero de 1997 Carl que se encontraba a 1500km de casa se dirigía a una cita con un cliente cuando de pronto  sintió un frío que le congelaría el alma. Extrañado pensó haber olvidado algo y retornó al hotel. La habitación era pequeña, insulsa y las pocas cosas que traía en cada viaje eran tan pocas que dejaban poco lugar al olvido. 

Marcó el piso con 120 pasos imaginarios, y tomando la billetera que llevaba cerca del pecho dentro su abrigo, corroboró que sus tarjetas y documento estuvieran bien ahí. De pronto, su mirada se posó en la foto de Amelia e Iris que siempre llebaba consigo y gritó:

-¡IRIS ! Hija mía, he olvidado tu cumpleaños.