Pensar que luego de mis experiencias como mujer expatriada para alcanzar varias, de las tan dichosas metas donde los problemas parecían "gravisísimos", donde las soluciones solo las tenía el tiempo y donde la paciencia, se negaba a hacerme compañía. Luego de un sinfín de tropezones o de mis caminatas con dos pies izquierdos, donde no creía lograr nada y donde al final poco a poco sin darme cuenta, lo iba logrando todo.
En ese instante, en ese preciso momento, cuando la cúspide era mía y de nadie más, otra nueva etapa asomaría la nariz, luego de varios meses dentro de mi vientre...
En ese instante, en ese preciso momento, cuando la cúspide era mía y de nadie más, otra nueva etapa asomaría la nariz, luego de varios meses dentro de mi vientre...
La maternidad.
Pero no hablo de la maternidad, en la divinura* de traer un hijo al mundo o varios, sino más bien, del "processus"*de adaptación, en el camino estrecho de una mujer junto a una madre o más bien ambas al mismo tiempo, que dicho sea de paso, se pelean por ocupar un sólo e único espacio. Inventando un equilibrio dentro de una misma persona y olvidando seguido que ante todo, somos seres humanos con necesidades pero con capacidades incomprendidas hasta para el hombre, valoradas por algunos, ignoradas por muchos otros.
Si empiezo desde el principio, la primera vez que me dolió ser madre, fue cuando la necesidad llamó a mi puerta y con poca sutileza me enseñó que mi peque, necesitaba estar en contactos con otros niños como a su vez, mi "Yo interior" hacía un buen rato, venía insistiendo con un poco más de tiempo para estar juntos.
Pero no hablo de la maternidad, en la divinura* de traer un hijo al mundo o varios, sino más bien, del "processus"*de adaptación, en el camino estrecho de una mujer junto a una madre o más bien ambas al mismo tiempo, que dicho sea de paso, se pelean por ocupar un sólo e único espacio. Inventando un equilibrio dentro de una misma persona y olvidando seguido que ante todo, somos seres humanos con necesidades pero con capacidades incomprendidas hasta para el hombre, valoradas por algunos, ignoradas por muchos otros.
Ilustración Marie Crayon |
Si empiezo desde el principio, la primera vez que me dolió ser madre, fue cuando la necesidad llamó a mi puerta y con poca sutileza me enseñó que mi peque, necesitaba estar en contactos con otros niños como a su vez, mi "Yo interior" hacía un buen rato, venía insistiendo con un poco más de tiempo para estar juntos.
Pero no fue fácil encontrar un lugar en las llamadas guarderias, aquí como en muchos países supongo, lograr obtener un lugar es como jugar y ganar la lotería. (Soy de una exageración sin presedentes, aclaro). Aunque nosotros no pedíamos demasiado, sólo algunas horas. Esperé más de 6 meses hasta tener una respuesta positiva.
Pero no podría hablar mal de ella, ni por el tiempo esperado ni por nada, algo por lo que hago una reverencia a Francia, en uno de sus varios aspectos que no merecen reproches y por el cual mis hijos crecen en absoluta confianza.
Sin embargo, esa guardería sería en sus comienzos mi peor pesadilla pero se transformaría fácilmente, en mi única salvación debido a la privación que otorga vivir en otro país, cuando te aleja de tu propia madre o de las manos dispuestas en plena necesidad.
Pues si! Ese es el precio a pagar pero déjame contarte un poco más y descubrirás que en la aventura de expatriarse, el poder de una mujer sólo se intensifica.
En los primeros días de adaptación, la separación me generó un mar de sensaciones, mientras mi peque partía feliz hacia una nueva aventura, yo, me desgarraba por dentro, era como si la extensión se mi cuerpo que pegadito había vivido junto a mi emprendía el vuelo hacía otros brazos, dejándome el desamparo desmedido.
Las vueltas a casa, en medio de la soledad y el no saber que hacer, ocupaban el tiempo y las manos, arreglando los placares de la cocina como si a la vez, intentara acomodar alguna que otra idea.
La música, cantaba de fondo, mis lágrimas de madre en plena culpa por el acto de abandono que había procurado o la separación que debía afrontar interiormente de mamá apegada que nadaba a su vez, en esa madurez que ahogaban mis penas con la sensación de sentir que uno nunca termina uno de crecer, ni siquiera cuando se és madre como a su vez, darme cuenta que "eso" nadie me lo había dicho, enojada porque nadie me lo había dicho.
Y aunque no logré acomodar las ideas es esas horas, puedo asegurarles que mis placeres nunca estuvieron tan ordenados.
Poco a poco lo fui logrando, no sé cómo o más bien si, lo hijos crecen y no hay vuelta, es un camino que no tiene retorno, o avanzas o te estancas pues yo, elegí avanzar y en menos de un mes y poniendo mucho de mi parte pero muucho pude aceptar y asumir las buenas opciones. Acurrucando algunas tardes mi rol de madre, mientras pasaba tiempo con mi rol de mujer, donde aprendí a dedicarme tiempo, a descubrir los derechos que tenemos todas y donde no hacer nada, también cuenta, aunque a eso le llamemos "un ratito".
Pero mientras la simbiosis, de mujer-madre se entendían o trataban. La vida en colectividad de mi peque, haría su aparición, en un estelar sin precedentes y lo virus acoplados unos detrás de otros, entraron de las manos de mi hijo y por la puerta grande de casa.
Lo sabía! él debía pasar por eso, esa sería "la bienvenida" a un mundo que nada tenía que ver con el que yo, le había inventado desde su nacimiento. No quedaba más que contar las horas para verlo en forma y recuperado.
Pero el cansancio arrasaba con mis defensas y descubrí a lo crudo, lo que era ser mujer-madre pero sobretodo lo que era ser una "super mamá" pero cuidado! No hablo de la madre que logra todo o casi, en ese área yo hace tiempo también me he proclamado, maternalmente imperfecta. Sino más bien, el descubrir, de esa fuerza que nace de las entrañas cuando el cuerpo dice: No estoy bien. Y a pesar de todo tener que seguir...
Pocas veces me he enfermado ( toco madera) pero recuerdo como una vez arrastrando el alma, he llegado a la escuelita, verde por dentro y con ese sudor en pleno invierno con los dientes que aprietan fuerte los labios, mintiendo por fuera el malestar que apenas me tenía en pie, aguantando , aguantando para llegar a casa y envolverse en el abrazo de las sábanas, mientras en el camino la mente me dictaba: Por qué mi madre vive tan lejos, por qué mi madre vive tan lejos o por qué mi suegra pasa siempre, cuando estoy bien o cuando la necesito menos, ja!
Pero eso, no es todo, durante este último mes he superado, anginas, cansancio extremo, una pre-mudanza y un marido con exceso de trabajo.
Pero lo bueno en todo esto es que he sobrevivido.... La prueba? Me estás leyendo y aunque se que no será la última vez, puedo afirmar que soy una "super mamá" como lo eres tú, lejos o cerca de casa con más ayuda externa o con menos.
Y si me permites aparte de escribir, que siento me hace falta...
AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
POR EL PODER DE UNA MADRE!
Misssss hijosssssss!
Uffff, gracias!
*Processus: Proceso.
*Divinura: Divino.
Pd: Agradecida a la guardería de mi hijo, en reemplazo de mi madre en épocas duras y de alegría.
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